Tomemos el sencillo ejemplo de lanzar una moneda al aire:
Dos personas apuestan 100 € a cara o cruz, lo cual en principio arroja un 50/50 de posibilidades. Si, gane quien gane, la casa de apuestas paga 100 euros al ganador, no se llevaría nada,y por lo tanto, sería un mal negocio,de modo que la casa de apuestas reduce el premio.
Digamos entonces que la casa de apuestas reduce el premio a 90 € en lugar de los justos 100 €. Esto sería el equivalente a ofrecer cuotas de 1.90 en lugar de 2.00. Ya que nuestros apostadores se juegan 100 € cada uno, la casa de apuestas se llevará 10 € de beneficio sea cual sea el resultado ya que devolverá al ganador sus 100 € y le bonificará con 90 € de premio.
Esta es la comisión, el trozo del pastel que se llevan las casas de apuestas. Además, esta condición aumenta el reto a la hora de hacer apuestas, ya que no solamente hemos de encontrar una apuesta ganadora, sino que además tenemos que evitar pagar comisiones excesivas al hacerlo.